Mar Siles, delegada institucional del CSIC en Castilla y León, reflexiona sobre la necesidad de internacionalización de la ciencia y su imprescindible papel en la economía del futuro

José Pichel Andrés/DICYT El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) es uno de los organismos públicos de investigación más importantes del mundo y su peso en la ciencia e incluso en la economía de Castilla y León es cada vez mayor. En los próximos años, los estudios científicos, la innovación y la transferencia de conocimiento van a ser claves para el desarrollo de áreas como la salud, la agricultura y el medio ambiente, sectores básicos para esta comunidad autónoma que, además, se corresponden con las áreas temáticas de los centros del CSIC.

 

En concreto, el CSIC cuenta con cinco centros en Castilla y León: el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA) es el único centro propio, mientras que los otros cuatro son institutos mixtos compartidos con universidades. El Centro de Investigación del Cáncer (CIC) y el Instituto de Biología Funcional y Genómica (IBFG) pertenecen también a la Universidad de Salamanca; el Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM), a la Universidad de Valladolid; y el Instituto de Ganadería de Montaña (IGM), a la Universidad de León. A esto hay que añadir las sedes del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) y del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), organismos que se han incorporado al CSIC y que tienen representación en la comunidad.

 

Mar Siles Lucas, delegada institucional del CSIC en Castilla y León, es la encargada de coordinar todo este entramado que busca la excelencia en un momento transcendental. La salida de la pandemia y la llegada de los fondos europeos Next Generation EU suponen una oportunidad y un enorme desafío para un territorio amenazado por la despoblación. En ese contexto, la investigación científica debe ser uno de los pilares fundamentales que ayude a transformar la sociedad y la economía. En una entrevista concedida a DiCYT, Siles reflexiona sobre cuestiones como la internacionalización y la atracción de más talento científico en beneficio de toda la región.

 

PREGUNTA. ¿Qué objetivos tiene el CSIC en Castilla y León en este momento

RESPUESTA. Este año se renueva el plan de actuación cuatrienal para todo el CSIC y en línea con ese nuevo plan, queremos reforzar nuestras principales actuaciones: la investigación, la transferencia, la internacionalización, la divulgación y la ciencia abierta, entre otras. Los delegados territoriales y los directores de centros hemos trabajado en conjunto sobre este nuevo plan del CSIC, a través de grupos de discusión para preparar este nuevo periodo de cuatro años, para guiar la elaboración de nuestros planes estratégicos. En nuestra Delegación queremos centrarnos este año en la parte de internacionalización.

 

P. Es de suponer que la clave estará en la financiación.

R. Los cuatros centros reconocidos como estructuras de investigación de excelencia acaban de conseguir las ayudas para el apoyo a la internacionalización de la Junta. Son las unidades de excelencia del IRNASA, el IBFG y el IBGM; y el Centro de Investigación del Cáncer, que es Centro de Excelencia. A esto hay que añadir que la financiación lograda a nivel nacional ha registrado una tendencia al alza muy fuerte, sobre todo en el último año, las convocatorias de 2020 que se resolvieron en 2021. Contando únicamente a los investigadores que pertenecen al CSIC en Castilla y León, nuestros ingresos se acercan a los cinco millones de euros, lo que nos posiciona cerca de lo que ingresan a este nivel cada una de las dos grandes universidades, Salamanca y Valladolid. En las convocatorias regionales, el ratio de éxito del CSIC también va al alza.

 

P. ¿Los centros están preparados para subir nuevos peldaños en la escalera de la excelencia?

R. El objetivo es recibir financiación de excelencia a nivel nacional. En el caso del Centro de Investigación del Cáncer, recibir la acreditación como Centro de Excelencia Severo Ochoa. En el caso de las otras tres unidades de excelencia, lograr el reconocimiento como Unidad de Excelencia María de Maeztu. Este año ha salido una convocatoria de ambas financiaciones nacionales y la voluntad de todos los centros que tienen la financiación regional es prepararse o presentarse a esta convocatoria. Estas convocatorias son muy competitivas, pero precisamente la ayuda extra para internacionalización a nivel regional nos refuerza para ser competitivos a nivel nacional.

 

P. ¿Y cuáles son las carencias?

R. Probablemente, nos faltan dos cosas principales. Como decía antes, una de ellas es la internacionalización. El éxito en la convocatoria de las estructuras de excelencia de la Junta nos ayuda mucho en ese camino. Otra cosa que nos falta, a pesar de que las estadísticas indican que somos muy potentes, es la atracción de talento. En este caso, no hablo solo de atracción de talento internacional, sino en general. Esta región se ha caracterizado por tener una potencia investigadora muy fuerte durante bastantes años y de forma sostenida, con la aportación del CSIC. Sin embargo, nos falta una estrategia fructífera para llegar a investigadores excelentes y explicarles que aquí van a encontrar el ambiente adecuado para desarrollar una carrera igual de competitiva que en Cataluña, Madrid o Andalucía. Es un mensaje que le tenemos que transmitir tanto a los que están en formación como a los senior, incluyendo a los que llevan años fuera de España y vean una oportunidad de volver. Tenemos que convencerles de que aquí tenemos medios, conocimiento, financiación e infraestructuras.

 

P. ¿Alguna idea para atraer ese talento?

R. Voy a poner el ejemplo del IRNASA, del que también soy directora. Gracias a que conseguimos ser Unidad de Excelencia, tenemos una estrategia definida, de abajo hacia arriba. El primer año, que fue el año pasado, lanzamos una convocatoria para contratos predoctorales e incorporamos a siete personas que ya han solicitado nuevas ayudas, como las FPU. En nuestro caso, hay un hueco entre esa parte, la más básica, y los investigadores senior. Las convocatorias Juan de la Cierva y Ramón y Cajal son las principales vías de atracción de talento a través de contratos públicos para rellenar este hueco, y el CSIC está intentando premiar a quienes las obtienen, ofreciendo ventajas concretas como incentivos a la investigación, espacios e infraestructuras, y posibilidades de una carrera ‘tenure track’ clara. Pero hay mucha competencia.

 

P. Pero el CSIC es la institución científica más potente de España…

R. Sí, el CSIC está en pleno auge de atracción de excelencia y tiene estructuras propias muy destacadas, como las Plataformas Temáticas Interdisciplinares o PTI. La más conocida es la de PTI Salud Global dedicada a COVID-19, con más de 200 investigadores de todas las disciplinas, entre los que me encuentro. Hay una interacción real y ese es un aspecto muy particular del CSIC, permite a los investigadores excelentes tener un entorno de trabajo más interesante y competitivo. Además, en estas PTI se está invirtiendo dinero de los fondos europeos Next Generation EU, así que en los próximos años atraerán a los mejores investigadores.

 

P. Precisamente, hay muchas expectativas con respecto a esos fondos de recuperación. ¿Van a cambiar la ciencia española?

R. Ya se están utilizando para las nuevas convocatorias y la nueva Ley de la Ciencia, que está en borrador, debe conllevar también una mayor inversión apoyándose en estos fondos. En Castilla y León tendremos muchas oportunidades. Por ejemplo, el Campus Agroambiental de Salamanca, donde se ubicará el IRNASA, puede salir beneficiado. Los investigadores tienen que ser lo más dinámicos que sea posible para obtener esos fondos. No deberíamos perder esta oportunidad, porque tenemos la fortaleza necesaria para solicitarlos y para ejecutarlos.

 

P. La “España vacía” de la que tanto se habla ahora, ¿puede progresar sin I+D+i?

R. Rotundamente no. Es clave en todos los sectores, desde la digitalización a la agricultura. En este ámbito, los fondos de recuperación van a propiciar un cambio mental y productivo, donde Castilla y León tiene ya un largo camino recorrido. La calidad de nuestros productos es indudable y somos la comunidad de extensivo por excelencia. Hay otras cuestiones importantes para el desarrollo económico, como el comercio exterior, que en principio no nos atañen como investigadores, pero lo cierto es que tiene que haber una conexión muy fuerte entre I+D+i y todos los aspectos económicos.

 

P. ¿Pero cree que la sociedad o las administraciones públicas son conscientes del papel que tiene el CSIC en la economía regional?

R. Nuestros institutos están muy relacionados con las consejerías de Educación, Economía, Agricultura y Sanidad. Sabemos que son conscientes del papel del CSIC y de que el retorno que obtenemos por cada investigador es muy elevado con respecto a otras instituciones. El CSIC tiene una gran importancia en los indicadores de I+D+i a nivel regional, y ahora todavía más, porque se han incorporado el IGME y el INIA. En general, nuestra fuerza es enorme dentro de la comunidad y espero que las autoridades sean conscientes, porque estamos trabajando dentro de todos los temas importantes de la RIS3, la Estrategia Regional de Investigación e Innovación para una Especialización Inteligente, y nuestra voluntad es apoyar al máximo el desarrollo futuro de nuestra comunidad autónoma.

 

P. ¿La relación con las empresas sigue siendo una asignatura pendiente?

R. La transferencia de conocimiento es muy importante, pero por las vías clásicas parece tener un recorrido muy corto. Estamos intentando idear nuevas estrategias para hacer que sea más dinámica. La Consejería de Educación está haciendo un esfuerzo a través de iniciativas como el programa T-CUE, pero creo que nosotros tenemos que proponer e implementar alternativas que sirvan de apoyo.